jueves, 30 de agosto de 2012

Eppur si muove.

Martes 28. Y sin embargo se mueve. 
Hoy comienza el trabajo desde la lectura del acto IV para morir en el V. El mastodóntico trabajo de dramaturgia da la sensación de que elasticidad a pesar de de los golpes de marrón con los que pretendemos "cincelar" a nuestro Yago. Eppur si muove.
La decisión tenía que llegar y lo hizo antes de lo esperado. Tampoco era de extrañar teniendo un músico entre nosotros que nos oxigena continuamente. Mientras Shakespeare se agarra a al canción del Sauce para dulcificar la muerte de Desdémona entre las manos del moro, Héctor decide que la idea de componer toda la música para el espectáculo no es nada descabellado y sobre la mesa tira todas y cada una de las variables de la dicha decisión. Además, neutraliza todas y cada uno de los "peros" que estratégicamente le colocamos a modo de palos en las ruedas.
Este Yago huele a Koltés. Se mueve en callejones y recovecos del alma que son jungla, y que atisban de fondo a personaje de "el cliente", en "La soledad de los campos de algodón". 
Todo quedó listo para dar forma a quinta versión, la que nos va a dar pie a subir a las tablas, a sabiendas de que no será la definitiva.
Un estética definida que se materializa a pasitos; una versión que reconstdruye los hechos más oscuros y escabrosos hasta tratar de determinar no el móvil del acusado, sino su implicación en el devenir posterior; etc..
Y nacen las dudas de todo tipo, ¿estamos condenando al ciudadano Yago a abjurar de sus ideas, en la medida en que negamos su forma de proceder?. ¿Soterradamente la sociedad asume el planteamiento del ciudadano Yago, aunque no se pronuncie porque es políticamente incorrecto?
Quizás nosotros, y asumimos el riesgo, estamos legislando con leyes de hoy para delitos de otros tiempos.
Tampoco nos olvidemos, que el ciudadano Yago es un ser humano víctima de la teoría geocéntrica.

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